domingo, 3 de mayo de 2015

Diario de Santa Faustina Kowalska, nº 751



751 (172) 18 XI 1936. Hoy traté de hacer todas mis prácticas de piedad antes de la bendición, porque me sentía más enferma que de costumbre.  Por eso, una vez terminada la bendición me acosté. Pero, al entrar en el dormitorio, de repente conocí dentro de mí que debía ir a la celda de Sor N., porque ella necesitaba ayuda. Entré en seguida en aquella celda y Sor N. me dijo: Oh, qué suerte que Dios la ha traído aquí, hermana. Y hablaba con una voz tan baja que apenas la oía. Me dijo: Hermana, tráigame, por favor, un poco de té con limón porque tengo muchísima sed y no puedo moverme por sufrir mucho; y efectivamente sufría mucho y tenía mucha fiebre. La atendí y con ese poquito de té apagó sus labios sedientos.


Cuando entré en mi celda, un gran amor de Dios envolvió mi alma y comprendí cuánto había que hacer caso a las inspiraciones interiores y seguirlas fielmente y la fidelidad a una gracia atrae otras.


















El exégeta del siglo XXI.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario