699 Un día sentí que no
aguantaría estar de pie hasta las nueve y pedí a la Hermana N. darme algo de
comer porque iba a acostarme antes, ya que me sentía mal. La Hermana N. me contestó: Usted, hermana, no
está enferma; han querido darle simplemente un descanso y por eso han fingido
la enfermedad. Oh Jesús mío, pensar que
la enfermedad ha avanzado hasta tal punto que el medico me ha separado de las
demás hermanas [246] para que no se contagien, y he aquí cómo uno es juzgado. Pero está bien así, todo es para Ti, Jesús
mío. No quiero escribir mucho de las cosas exteriores porque no son ellas el
motivo para (145) escribir; yo deseo particularmente tomar nota de las gracias
que el Señor me concede, porque ellas no son solamente para mí, sino para
muchas almas.
El exégeta del siglo XXI.
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