1487 + Dialogo de Dios
misericordioso con el alma que sufre
- Jesús: Oh alma, te veo tan
doliente, veo que ni siquiera tienes fuerzas para hablar Conmigo. Por eso te hablaré sólo Yo, oh Alma. Aunque tus sufrimientos fueran (86) grandisimos,
no pierdas la serenidad del espíritu ni te desanimes. Pero dime, nina Mía, ¿quién se ha atrevido a
herir tu corazón? Dímelo todo, dímelo todo, sé sincera al tratar Conmigo, descubre todas las heridas de tu corazón,
Yo las curaré y tu sufrimiento se convertirá en la fuente de tu santificación.
- El alma: Tengo tantas
cosas variadas que no sé de qué hablar primero ni cómo expresar todo esto.
- Jesús: Háblame
simplemente, como se habla entre amigos.
Pues bien, nina Mía, ¿qué es lo que te detiene en el camino de la
santidad?
- El alma: La falta de salud
me detiene en el camino de la santidad, no puedo cumplir mis obligaciones,
pues, soy un sufrelotodo. No puedo
mortificarme ni hacer ayunos rigurosos como hacían los santos; (87) ademas no
creen que estoy enferma y al sufrimiento físico se une el moral y de ello
surgen muchas humillaciones. Ves, Jesús,
¿cómo se puede llegar a ser santa en tales condiciones?
- Jesús: Nina, realmente
todo esto es sufrimiento, pero no hay otro camino al cielo fuera del Vía Crucis. Yo Mismo fui el primero en
recorrerlo. Has de saber que éste es el
camino mas corto y el mas seguro.
- El alma: Señor, otra vez
una nueva barrera y dificultad en el camino de la santidad: por ser fiel a Ti
me persiguen y me hacen sufrir mucho.
- Jesús: Has de saber que el
mundo te odia, porque no eres de este mundo.
Primero Me persiguió a Mi, esta persecución es la señal de que sigues
Mis huellas con fidelidad.
- El alma: Señor, me
desanima también que ni las Superioras ni el confesor entienden mis
sufrimientos interiores. Las tinieblas
han ofuscado mi mente, pues, ¿cómo avanzar?
Todo esto me desanima mucho y pienso que las alturas de la santidad no
son para mi.
- Jesús: Así pues, nina Mía,
esta vez Me has contado mucho. Yo sé que
es un gran sufrimiento el de no ser (88) comprendida y sobre todo por los que
amamos y a los cuales manifestamos una gran sinceridad, pero que te baste que
Yo te comprendo en todas tus penas y tus miserias. Me agrada tu profunda fe que, a pesar de todo,
tienes en Mis representantes, pero debes saber que los hombres no pueden
comprender plenamente un alma, porque eso supera sus posibilidades. Por eso Yo Mismo Me he quedado en la tierra
para consolar tu corazón doliente y fortificar tu alma para que no pares en el
camino. Dices que unas tinieblas grandes
cubren tu mente, pues, ¿por qué en tales momentos no vienes a Mi que soy la luz
y en un solo instante puedo infundir en tu alma tanta luz y tanto entendimiento
de la santidad que no aprenderás al leer ningún libro ni ningún confesor es
capaz de enseñar ni iluminar así al alma.
Has de saber ademas que por estas tinieblas de las que te quejas, he
pasado primero Yo por ti en el Huerto de los Olivos. Mi alma estuvo estrujada por una tristeza
mortal y te doy a ti una pequeña parte de estos sufrimientos debido a Mi
especial amor a ti y el alto grado de santidad que te (89) destino en el
cielo. El alma que sufre es la que mas
cerca está de Mi Corazón.
- El alma: Pero una cosa
mas, Señor: ¿qué hacer si me desprecian
y rechazan los hombres, y especialmente aquellos con quienes tuve derecho de
contar y ademas en los momentos de mayor necesidad?
- Jesús: Nina Mía, haz el propósito de no contar nunca con los hombres.
Harás muchas cosas si te abandonas totalmente a Mi voluntad y
dices: Hágase en mi, oh Dios, no según
lo que yo quiera sino según tu voluntad.
Has de saber que estas palabras pronunciadas del fondo del corazón, en
un solo instante elevan al alma a las cumbres de la santidad. Me complazco especialmente en tal alma, tal
alma Me rinde una gran gloria, tal alma llena el cielo con la fragancia de sus
virtudes; pero has de saber que la fuerza que tienes dentro de ti para soportar
los sufrimientos la debes a la frecuente Santa Comunión; pues ven a menudo a
esta fuente de la misericordia y con el recipiente de la confianza recoge
cualquier cosa que necesites.
- El alma: Gracias, oh
Señor, por Tu bondad inconcebible, por haberte dignado quedarte con nosotros en
este destierro donde vives con nosotros como Dios de la misericordia (90) y
difundes alrededor de Ti el resplandor de tu compasión y bondad. A la luz de los rayos de Tu misericordia he
conocido cuánto me amas.
El exégeta del siglo XXI.
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