jueves, 30 de abril de 2015

Diario de Santa Faustina Kowalska, del 646 al 655



646 Oh Jesús mío, Maestro y Director espiritual, fortifícame, ilumíname en estos momentos difíciles de mi vida, no espero ayuda de parte de los hombres, en Ti toda mi esperanza. Siento que estoy sola frente a tus deseos, Señor. A pesar de los temores y la aversión de la naturaleza, cumplo Tu santa voluntad y deseo cumplirla con máxima fidelidad en toda mi vida y en la hora de la muerte. Oh Jesús, Contigo puedo todo, haz de mi lo que Te agrade, dame solamente Tu Corazón misericordioso y será suficiente para mi.

(106) Oh Jesús y Señor mío, ayuda para que se haga de mi lo que has establecido antes de los siglos, estoy lista para cada señal de Tu santa voluntad. Concede luz a mi mente para que pueda conocer cuál es Tu santa voluntad. Concede luz a mi mente para que pueda conocer cuál es Tu santa voluntad. Oh Dios, que penetras mi alma, Tú sabes que no deseo nada mas sino Tu gloria.

Oh, voluntad divina, deleite de mi corazón, alimento de mi alma, luz de mi intelecto, fuerza todopoderosa de mi voluntad, ya que cuando me uno a Tu voluntad, Señor, entonces Tu potencia obra a través de mí, ocupando el lugar de mi débil voluntad. Todos los días trato de cumplir los deseos de Dios.

647 Oh Dios inconcebible. La grandeza de Tu misericordia sobrepasa cualquier entendimiento humano y angélico puestos juntos. Todos los ángeles (107) y todos los hombres salieron de las entrañas de Tu misericordia. La misericordia es la flor del amor: Dios es amor y la misericordia es su acción, en el amor se engendra, en la misericordia se manifiesta. Por donde miro, todo me habla de su misericordia, hasta la justicia misma de Dios me habla de su insondable misericordia, porque la justicia proviene del amor.

648 A una palabra presto atención y de esta palabra siempre dependo, y esta palabra es todo para mi, por ella vivo y por ella muero y ésta es la santa voluntad de Dios. Ella es mi alimento cotidiano, toda mi alma está atenta para escuchar los deseos de Dios. Cumplo siempre lo que Dios quiere de mí a pesar de que alguna vez mi naturaleza tiemble y siente que su grandeza supera mis fuerzas. Sé bien lo que soy por mi misma, pero sé también lo que es la gracia de Dios que me sostiene.

649 (108) 25 IV 1936. Walendów. Aquel día el sufrimiento de mi alma fue tan duro como pocas veces antes. Desde la mañana sentía en el alma como la separación del cuerpo con respecto al alma; sentía que Dios me penetraba totalmente, sentía en mí toda la justicia de Dios, sentía que estaba sola frente a Dios. Pensé que una sola palabra del director espiritual me calmaría completamente, pero ¿qué hacer?, él no estaba allí. Sin embargo decidí buscar luz en la confesión. Cuando descubrí mi alma, al sacerdote le entró miedo de seguir escuchando mi confesión, lo que me provocó un sufrimiento aún más grande. Cuando veo el temor de un sacerdote, entonces no obtengo ninguna tranquilidad interior, por eso decidí tratar de revelar mi alma en todo, desde la cosa más grande hasta la más pequeña, solamente ante el director espiritual y seguir estrictamente sus indicaciones.

650 Ahora comprendo que la confesión es solamente (109) la declaración de los pecados y la dirección espiritual es [algo] completamente diferente, pero no quiero hablar de esto. Deseo relatar una cosa extraña que me sucedió por primera vez; cuando el confesor comenzó a hablarme, no comprendía ni una palabra suya. De pronto vi a Jesús crucificado que me dijo: Busca la fuerza y la luz en Mi Pasión. Terminada la confesión medite la tremenda Pasión de Jesús y comprendí que lo que yo sufría era nada en comparación con la Pasión del Creador y que cada imperfección, hasta la mas pequeña, había sido la causa de aquella tremenda Pasión. Luego mi alma fue compenetrada por un gran arrepentimiento y solo entonces sentí que estaba en el mar insondable de la misericordia de Dios. Oh, qué pocas palabras tengo para expresar lo que siento.

Siento que soy como una gota de rocío absorta por el profundo océano sin límites de la misericordia de Dios.


651 (110) + 11 de mayo de 1936. Llegué a Cracovia y me puse contenta esperando que pudiera cumplir, por fin, todo lo que exigía Jesús.

Una vez, al ver al Padre A. [236] y después de decirle todo, recibí esta respuesta: Rece, hermana, hasta la fiesta del Sagrado Corazón y agregue alguna mortificación, y el día de la fiesta del Sagrado Corazón le daré la respuesta. Pero un día oí en el alma esta voz: No tengas miedo de nada, Yo estoy contigo. Después de estas palabras sentí en el alma un apremio tan grande que sin esperar la fiesta del Sagrado Corazón, declaré en la confesión que abandonaba la Congregación ya. [237] El Padre me contestó: Si usted misma, hermana, ha tomado esta decisión, tomará también la responsabilidad por si misma. Pues vaya. Me alegré de que ya saliera.

A la mañana siguiente, de pronto me abandonó (111) la presencia de Dios, una gran oscuridad envolvió mi alma, no lograba rezar. Debido a este inesperado abandono de parte de Dios, decidí aplazar esta cuestión un poco, hasta consultar con el Padre.

El Padre Andrasz me contestó que los cambios de este tipo suceden frecuentemente y no es un impedimento para obrar.

652 La Madre General [238]. Cuando hablaba con la Madre sobre todo lo que había sucedido, me dijo estas palabras: Hermana, yo la guardo en el tabernáculo con Jesús, a dondequiera vaya de allí, será la voluntad de Dios.

653 19 de junio. Cuando fuimos a los jesuitas para la procesión del Sagrado Corazón, durante las vísperas, vi los mismos rayos que están pintados en la imagen, saliendo de la Santísima Hostia. Mi alma fue invadida por un gran anhelo de Dios.

654  (112) Junio de 1936. El coloquio con el Padre Andrasz.

Ha de saber que estas cosas son difíciles y duras; su director principal lo es el Espíritu Santo, nosotros podemos solamente encaminar estas inspiraciones, pero su verdadero director lo es el Espíritu Santo. Si usted hermana, ha decidido salir por su iniciativa, yo ni le prohíbo ni le ordeno, en esto usted toma la responsabilidad por si misma. Esto lo digo para usted, hermana, que puede comenzar a obrar; está en condiciones, entonces puede. Estas son las cosas creíbles, todo lo que me ha dicho ahora y anteriormente [239], es a favor, pero en todo esto debe ser muy prudente y rezar mucho y pedir luz para mí.


655 Durante la Misa celebrada por el Padre Andrasz, vi al pequeño Niño Jesús que me dijo que debía depender de él en todo: Ninguna acción hecha de propio arbitrio, aunque (113) te cueste mucho esfuerzo, no Me agrada.  Comprendí esta dependencia.


















El exégeta del siglo XXI.

martes, 28 de abril de 2015

Diario de Santa Faustina Kowalska, del 9 al 15.



9 Una vez, junto con una de mis hermanas fuimos a un baile [5].  Cuando todos se divertían mucho, mi alma sufría [tormentos] interiores.  En el momento en que empecé a bailar, de repente  vi  a Jesús junto a mí.  A Jesús martirizado, despojado de sus vestiduras, cubierto de heridas, diciéndome esas palabras:
- “¿Hasta cuándo Me harás sufrir, hasta cuándo Me engañaras?”

En aquel momento dejaron de sonar los alegres tonos de la música, desapareció de mis ojos la compañía en que me encontraba, nos quedamos Jesús y yo. Me senté junto a mi querida hermana, disimulando lo que ocurrió en mi alma con un dolor de cabeza. Un momento después abandoné discretamente a la compañía y a mi hermana y fui a la catedral de San Estanislao Kostka. Estaba anocheciendo, había poca gente en la catedral. Sin hacer caso a lo que pasaba alrededor, me postré en cruz delante del Santísimo Sacramento, y pedí al Señor que se dignara hacerme conocer qué había de hacer en adelante.

10 Entonces oí esas palabras:
- “Ve inmediatamente a Varsovia, allí entrarás en un convento”

Me levanté de la oración, fui a casa y solucioné las cosas necesarias. Como pude, le confesé a mi hermana lo que había ocurrido en mi alma, le dije que me despidiera de mis padres, y con un solo vestido, sin nada más, llegué a Varsovia.

11 Cuando bajé del tren y vi que cada uno se fue por su camino, me entró miedo: ¿Qué hacer? ¿A dónde dirigirme, si no conocía a nadie? Y dije a la Madre de Dios:
- “María, dirígeme, guíame”.


Inmediatamente oí en el alma estas palabras: que saliera de la ciudad a una aldea [6] donde pasaría una noche tranquila. Así lo hice y encontré todo tal y como la Madre de Dios me había dicho.

12 Al día siguiente, a primera hora regresé a la ciudad y entré en la primera iglesia [7] que encontré y empecé a rezar para que siguiera revelándose en mí la voluntad de Dios. Las Santas Misas seguían una tras otra.  Durante una oí estas palabras: 
- “Ve a hablar con este sacerdote [8] y dile todo, y él te dirá lo que debes hacer en adelante”

Terminada la Santa Misa (5) fui a la sacristía y conté todo lo que había ocurrido en mi alma y pedí que me indicara en qué convento debía estar.

13 Al principio el sacerdote se sorprendió, pero me recomendó confiar mucho en que Dios lo arreglaría.
- “Entretanto yo te mandaré [dijo] a casa de una señora piadosa [9], donde tendrás alojamiento hasta que entres en un convento”.

Cuando me presenté en su casa, la señora me recibió con gran amabilidad. Empecé a buscar un convento, pero donde llamaba me despedían [10].  El dolor traspasó mi corazón y dije al Señor:
-    “Ayúdame, no me dejes sola”.

Por fin llamé a nuestra puerta [11].

14 Cuando [salió] a mi encuentro la Madre Superiora [12], la actual Madre General Micaela, tras una breve conversación, me ordenó ir al Dueño de la casa y preguntarle si me recibía. En seguida comprendí que debía preguntar al Señor Jesús.

Muy feliz fui a la capilla y pregunté a Jesús:
-    “Dueño de esta casa, ¿me recibes?” 

Una de las hermanas de esta casa me ha dicho que Te lo pregunte.
En seguida oí esta voz:
-“Te recibo, estás en Mi Corazón”. 

Cuando regresé de la capilla, la Madre Superiora, primero me preguntó:  - . “Pues bien, ¿te ha recibido el Señor?”

Contesté que sí.
- “Si el Señor te ha recibido, yo también te recibo.”

15. Tal fue mi ingreso. Sin embargo, por varias razones, mas de un año tuve que estar en el mundo, en casa de esta piadosa señora [13], pero no volví ya a mi casa.


En aquella época tuve que luchar contra muchas dificultades, sin embargo Dios no me escatimaba en su gracia. Mi añoranza de Dios se hacia cada vez más grande. Esta señora, aunque muy piadosa, no comprendía la felicidad que da la vida Consagrada y en su bondad, empezó a proyectarme otros planes de vida, pero yo sentía que tenía un corazón tan grande que nada podía llenarlo.


















El exégeta del siglo XXI.

lunes, 27 de abril de 2015

Diario de Santa Faustina Kowalska, del 646 al 723



646   19 de septiembre [1936]. Cuando salimos del medico [244] y entramos un momento en la pequeña capilla que está en el sanatorio, oí en el alma estas palabras: Niña Mía, todavía unas cuantas gotas en el cáliz, no falta mucho.  La alegría (134) inundó mi alma, he aquí la primera llamada de mi Esposo y Maestro. Se enterneció mi corazón y hubo un momento en que mi alma se sumergió en todo el mar de la Divina Misericordia; sentí que mi misión empezaba en toda la plenitud.  La muerte no destruye nada de lo que es bueno; ruego muchísimo por las almas que padecen sufrimientos interiores.

647   En cierta ocasión, recibí dentro de mí la luz respecto a dos hermanas; comprendí que no con todos podemos comportarnos de la misma manera. Hay personas que, de un modo extraño, saben trabar amistad y como amigas, sacar palabra tras palabra, como para aliviar, pero en un momento oportuno usan las mismas palabras para causar disgustos. Oh Jesús mío, qué extraña es la debilidad humana. Tu amor, Jesús, da al alma esta gran sensatez en las relaciones con los demás.

648   (135)                                                                                                      + 24 de septiembre de 1936

La Madre Superiora [245] me ordenó rezar un misterio del rosario en lugar de los demás ejercicios y acostarme de inmediato. Una vez acostada me dormí en seguida porque estaba muy cansada. Sin embargo, un momento después me despertó un sufrimiento. Era un sufrimiento tan grande que no me permitía hacer el mas pequeño movimiento, ni siquiera pude pasar la saliva. Duró unas tres horas. Pensé despertar a la hermana novicia con la que compartía el cuarto, pero pensé: ella no me ayudará nada, pues que duerma, me da pena despertarla. Me sometí completamente a la voluntad de Dios y pensaba que estaba llegando para mi el día de la muerte, día por mi deseado. Tenia la posibilidad de unirme a Jesús doliente en la cruz, no podía rezar de otro modo. Cuando el sufrimiento cedió, comencé (136) a sudar, pero no podía hacer ningún movimiento, porque volvía el dolor anterior.  En la mañana me sentía muy cansada, pero físicamente no sufría más; no obstante no pude levantarme para la Santa Misa. Pensé: Si después de tales sufrimientos no hay muerte, entonces ¿qué grandes deben ser los sufrimientos mortales?

697   Oh Jesús, Tu sabes que amo el sufrimiento y deseo vaciar el cáliz de los sufrimientos hasta la ultima gota y, sin embargo, mi naturaleza notó un ligero escalofrió y cierto temor, pero en seguida mi confianza en la infinita misericordia de Dios se despertó con toda su potencia y todo tuvo que ceder delante de ella como la sombra delante de un rayo de sol.  Oh Jesús, qué grande es Tu bondad; la infinita bondad Tuya que conozco bien me permite mirar con entereza a los ojos de la muerte misma.  Sé que nada puede sucederme sin su permiso. Deseo glorificar Tu misericordia infinita en la vida, en la hora de la muerte y en la resurrección y en la eternidad.

        (137) + Oh Jesús mío, mi fuerza, mi paz y mi descanso, en los rayos de Tu misericordia se sumerge mi alma todos los días, no conozco ni un momento de mi vida en que no haya experimentado Tu misericordia, oh Dios.  En toda mi vida no cuento con nada, sino con Tu misericordia infinita, oh Señor que es la guía de mi vida. Mi alma está llena de la misericordia de Dios.

698+  Oh, cuánto hiere a Jesús la ingratitud de un alma elegida.  Su amor inefable padece un martirio. Dios nos ama con todo su Ser infinito, cual Él es, y un polvo miserable desprecia este amor. Mi corazón estalla de dolor cuando veo tal ingratitud.

699   Una vez, oí estas palabras: Hija Mía, habla al mundo entero de la inconcebible (138) misericordia Mía. Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia.  Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas.  En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como escarlata.  Mi misericordia es tan grande que en toda la eternidad no la penetrará ningún intelecto humano ni angélico.  Todo lo que existe ha salido de las entrañas de Mi misericordia. Cada alma respecto a mi, por toda la eternidad meditará Mi amor y Mi misericordia.  La Fiesta de la Misericordia ha salido de Mis entrañas (139, deseo que se celebre solemnemente el primer domingo después de Pascua.  La humanidad no conocerá paz hasta que no se dirija a la Fuente de Mi misericordia.

700   + En una ocasión, cuando estaba muy cansada y doliente y lo dije a la Madre Superiora, recibí la respuesta de que debía familiarizarme con el sufrimiento. Escuché todo lo que la Madre me dijo y un momento después Salí. Nuestra Madre Superiora tiene tanto amor al prójimo y, especialmente, a las hermanas enfermas, que todos la conocen por ello, pero en cuanto a mi, Jesús permitía que ella no me comprendiera y me ejercitara mucho en este aspecto.

701   Un día me sentía muy mal y fui al trabajo, pero en cada instante me parecía que iba a desmayarme; y el calor era tan grande que incluso sin trabajo uno no soportaba (14) aquel calor, sin hablar ya de si trabajaba y estaba doliente.  Así, antes del mediodía, interrumpí el trabajo y miré hacia el cielo con gran confianza y le dije al Señor: Jesús, cubre el sol porque ya no soporto más este calor y una cosa rara, en aquel mismo instante, una nubecita blanca cubrió el sol y a partir de aquel momento ya no hacía tanto calor.  Cuando, un momento después, empecé a reprocharme por no haber soportado el calor y por haber pedido el alivio, Jesús Mismo me tranquilizó.

702   13 de agosto de 1936.  Esta noche me penetra la presencia de Dios, en un solo instante conozca la gran santidad de Dios. Oh, cómo me oprime esta grandeza de Dios, ya que al mismo tiempo conozco todo mi abismo y mi nulidad.  Es un gran tormento, porque al conocimiento sigue el amor. El alma se lanza con ímpetu hacia Dios y se encuentran de frente dos amores:  el Creador y la criatura; (141) una gotita quiere medirse con el océano.  En un primer momento la gota quisiera encerrar en sí este océano ilimitado, pero en el mismo instante conoce que es una gotita y entonces queda vencida, pasa toda a Dios como una gota al océano…. Al iniciarse aquel momento es un tormento, pero tan dulce que el alma, experimentándolo, es feliz.

703   Actualmente hago un examen de conciencia particular: unirme con Cristo Misericordioso. Este ejercicio me da una fuerza misteriosa, el corazón está siempre unido a Aquel que desea, y las acciones reguladas por la misericordia que brota del amor.

704   Paso cada momento libre a los pies de Dios escondido. Él es mi Maestro, le pregunto todo, con Él hablo de todo, de allí saco fuerza y luz, allí aprendo todo, de allí me llegan las luces sobre el modo de comportarme con el prójimo. Desde el momento en que (142) Salí del noviciado, me encerré en el tabernáculo con Jesús, mi Maestro. Él Mismo me atrajo a este fuego de amor vivo, alrededor del cual se concentra todo.

705   25 IX.  Padezco sufrimientos en las manos, los pies y el costado, en los lugares que Jesús tenia traspasada. Experimento particularmente estos sufrimientos cuando me encuentro con un alma que no está en el estado de gracia; entonces rezo ardientemente que la Divina Misericordia envuelva a aquella alma.

706   29 IX.  En el día de San Miguel Arcángel vi a este gran guía junto a mí que me dijo estas palabras: El Señor me recomendó tener un cuidado especial de ti.  Has de saber que eres odiada por el mal, pero no temas.  ¡Quién como Dios! Y desapareció. Sin embargo siento su presencia y su ayuda.

707   (143) 2 X 1936. El primer viernes del mes. Después de la Santa Comunión, de repente vi a Jesús que me dijo estas palabras: Ahora sé que no Me amas por las gracias ni por los dones, sino porque Mi voluntad te es mas querida que la vida. Por eso Me uno a ti tan estrechamente como a ninguna otra criatura.


708   En aquel momento Jesús desapareció. La presencia de Dios inundó mi alma; sé que estoy bajo la mirada de este Soberano.  Me sumergí totalmente en el gozo que mana de Dios. El día entero viví sumergida en Dios, sin ningún intervalo. Por la noche, entré en una especie de desmayo, y en una extraña forma de agonía; mi amor deseaba ser igual al amor de aquel Soberano; estaba atraída hacia Él tan violentamente que, sin una gracia especial de Dios, era imposible soportar en esta vida tanta inmensidad de la gracia. Pero veo claramente que Jesús Mismo me sostiene y me fortifica y me hace capaz de relacionarme con Él. En esto el alma es activa de modo singular.

709   (144) 3 X 1936. Hoy, mientras rezaba el rosario, vi de repente el copón con el Santísimo Sacramento.  El copón estaba descubierto y con bastantes Hostias. Desde el copón salió una voz: Estas Hostias fueron recibidas por las almas convertidas con tus plegarias y tu sufrimiento. En aquel momento sentí la presencia de Dios como una niña, me sentía extrañamente una niña.

710   Un día sentí que no aguantaría estar de pie hasta la nueve y pedí a la Hermana N. darme algo de comer porque iba a acostarme antes, ya que me sentía mal.  La Hermana N. me contestó: Usted, hermana, no está enferma; han querido darle simplemente un descanso y por eso han fingido la enfermedad.  Oh Jesús mío, pensar que la enfermedad ha avanzado hasta tal punto que el medico me ha separado de las demás hermanas [246] para que no se contagien, y he aquí cómo uno es juzgado. Pero está bien así, todo es para Ti, Jesús mío.  No quiero escribir mucho de las cosas exteriores porque no son ellas el motivo para (145) escribir; yo deseo particularmente tomar nota de las gracias que el Señor me concede, porque ellas no son solamente para mí, sino para muchas almas.

711   5 X 1936.  Hoy recibí una carta del Padre Sopocko por la cual me enteré de que piensa hacer imprimir una estampita del Cristo Misericordioso, y me pidió enviarle cierta plegaria que quiere poner detrás, si obtiene la autorización del arzobispo. Oh, con que gozo tan grande se llena mi corazón por el hecho de que Dios me ha permitido ver esta obra de su misericordia. Oh, qué grande es esta obra del Altísimo; yo soy solamente su instrumento. Oh, cuán ardiente es mi deseo de ver esta Fiesta de la Divina Misericordia que Dios exige a través de mi, pero si tal es la voluntad de Dios y si ella se celebra solemnemente sólo después de mi muerte, yo me alegro de ella ya ahora y la celebro dentro de mi con el permiso del confesor.

712   (146) + Hoy he visto al Padre Andrasz de rodillas, sumergido en la plegaria y de súbito Jesús se presentó a su lado, e impuso las dos manos sobre su cabeza, y me dijo:  Él te guiará, no tengas miedo.

713   11 de octubre. Esta noche, mientras escribía sobre esta gran misericordia de Dios y sobre el gran provecho para las almas, Satanás irrumpió en la celda con gran rabia y furia, tomó el biombo y se puso a despedazarlo y quebrarlo. En un primer momento me asusté un poco, pero en seguida con un pequeño crucifijo hice la señal de la santa cruz; la bestia se calmó en seguida y desapareció. Hoy no vi esta figura monstruosa, pero solamente su rabia; la rabia de Satanás es terrible. El biombo, sin embargo, no estaba despedazado ni quebrado; con toda tranquilidad seguí escribiendo.  Sé bien que sin la voluntad de Dios, aquel miserable no me tocará, pero ¿por qué se porta así? Comienza a asaltarme abiertamente (147) y con tanta rabia y tanto odio, pero no perturba mi paz ni por un momento, y esta serenidad mía provoca su rabia.

714   + Hoy el Señor me dijo: Ve a la Superiora y dile que deseo que todas las hermanas y las alumnas recen la coronilla que te he enseñado.  La deben rezar durante nueve días y en la capilla, con el fin de propiciar a Mi Padre e implorar la Divina Misericordia para Polonia. Contesté al Señor que se lo diría a la Superiora, pero antes debía consultar al Padre Andrasz y decidí que en cuanto el Padre viniera, en seguida lo consultaría. Cuando el Padre vino, las circunstancias fueron tales que no pude verlo. No obstante, yo no habría debido reparar en ningunas circunstancias sino ir al Padre y arreglar el asunto.  Pensé que [lo haría] cuando viniera otra vez.

715   Oh, cuánto (148) eso desagradó a Dios.  En un instante la presencia de Dios me abandonó, esta gran presencia de Dios que está en mí incesantemente incluso de modo sensible. Pero en aquel momento me abandonó completamente; unas tinieblas dominaron mi alma hasta tal punto que no sabia si estaba en el estado de gracia o no. Debido a esto no me acerqué a la Santa Comunión durante cuatro días. Después de cuatro días vi al Padre Andrasz y le conté todo.  El Padre me consoló diciendo:  No ha perdido la gracia de Dios, pero de todos modos, dijo, sea fiel a Dios.  En el momento en que me alejé del confesionario, la presencia de Dios me envolvió nuevamente como antes.  Comprendí que la gracia de Dios hay que aceptarla tal y como Dios la envía, del modo como Él quiere, y se debe aceptar en la forma bajo la cual Dios nos la envía.

716   Oh Jesús mío, en este momento estoy haciendo un propósito decidido y perpetuo, basándome en Tu gracia y misericordia: la fidelidad a la más pequeña de Tus gracias.

717   (149) Durante toda la noche me preparaba para recibir la Santa Comunión, ya que no pude dormir a causa de los sufrimientos físicos. Mi alma se hundía en el amor y la contrición.

718   Después de la Santa Comunión oí estas palabras: Ves lo que eres por ti misma, pero no te asustes de eso.  Si te revelara toda la miseria que eres, morirías del horror. Has de saber, sin embargo, lo que eres. Por ser tú una miseria tan grande, te he revelado todo el mar de Mi misericordia.  Busco y deseo tales almas como la tuya, pero son pocas; tu gran confianza en Mi Me obliga a concederte gracias continuamente.  Tienes grandes e inexpresables derechos sobre Mi Corazón, porque eres una hija de plena confianza.  No soportarías la inmensidad de Mi amor que tengo por ti, si te lo revelara aquí en la tierra en toda su plenitud.  A menudo levanto un poco el velo para ti, pero debes saber que es solamente Mi gracia excepcional.  Mi amor y Mi misericordia no conocen límites.

719   (150) Hoy escuché estas palabras: Has de saber, niña Mía, que por ti concedo gracias a toda la comarca, pero debes agradecerme por ellos, porque ellos no Me agradecen por los beneficios que les concedo.  A base de tu agradecimiento seguiré bendiciéndolos.

720   Oh Jesús mío, Tú sabes lo difícil que es la vida comunitaria, cuántas incomprensiones y cuántos malentendidos, muchas veces a pesar de la mas sincera voluntad de ambas partes; pero éste es Tu misterio, oh Señor, nosotros lo conoceremos en la eternidad. Sin embargo, nuestros juicios deben ser siempre benignos.

721   El tener al director espiritual es una gracia grande, es una grandísima gracia de Dios. Siento que ahora no sabría avanzar sola en mi vida espiritual; es grande el poder del sacerdote; no dejo de agradecer a Dios por darme al director espiritual.

722   (151) + Hoy escuché estas palabras: Ves lo débil que eres y ¿cuándo podré contar contigo? Contesté: Jesús, quédate siempre conmigo, porque soy Tu niña pequeñísima; Jesús, Tu sabes lo que hacen los niños pequeños.


723   + Hoy escuché estas palabras: Las gracias que te concedo no son solamente para ti, sino también para un gran número de almas…. Y en tu corazón está continuamente Mi morada.  A pesar de la miseria que eres Me uno a ti y te quito tu miseria y te doy Mi misericordia. En cada alma cumplo la obra de la misericordia, y cuanto mas grande es el pecador, tanto mas grande es el derecho que tiene a Mi misericordia. Quien confía en Mi misericordia no perecerá porque todos sus asuntos son Míos y los enemigos se estrellarán a los pies de Mi escabel.


















El exégeta del siglo XXI.

domingo, 26 de abril de 2015

Diario de Santa Faustina Kowalska, del 280 al 289



280   Jesús me ordena celebrar la Fiesta de la Divina Misericordia el primer domingo después de la Pascua de Resurrección por el recogimiento interior y por mortificación exterior.  Durante tres horas llevé un cinturón [de hierro], orando incesantemente por los pecadores y para obtener misericordia para el mundo entero; y Jesús me dijo: Hoy Mi mirada se posa con complacencia sobre esta casa.

281   Siento muy bien que mi misión no terminara con mi muerte, sino que empezará.  Oh almas que dudan, les descorreré las cortinas del cielo para convencerlas de la bondad de Dios, para que ya no hirieran más el Dulcísimo Corazón de Jesús con desconfianza. Dios es Amor y Misericordia.

282   (125) Una vez el Señor me dijo: Mi Corazón ha sido conmovido por una gran compasión hacia ti, hija Mía queridísima, cuando te he visto hecha pedazos por el gran dolor que sufrías mientras deplorabas tus pecados. Yo veo tu amor tan puro y sincero que te doy la prioridad entre las vírgenes, tú eres el honor y la gloria de Mi Pasión. Veo cada humillación de tu alma y nada se escapa a Mi atención; elevo a los humildes hasta Mi trono, porque así es Mi voluntad.

283   Oh Dios único en la Santísima Trinidad, deseo amarte como hasta ahora ninguna alma humana Te ha amado; y aunque soy particularmente mísera y pequeñita, no obstante arrojé muy profundamente el ancla de mi confianza en el abismo de Tu misericordia, oh Dios y Creador mío.  A pesar de mi gran miseria no tengo miedo de nada, sino que espero cantar eternamente el himno de la gloria. Que no dude alma ninguna mientras viva, aunque sea la mas miserable, cada una puede ser una gran santa, porque es grande el poder de la gracia de Dios. De nosotros depende solamente no oponernos a la actuación de Dios.

284   Oh Jesús, ojala pudiera transformarme en una neblina delante de Ti para cubrir la tierra con el fin de que Tu santa mirada no vea los terribles crímenes.  Oh Jesús, cuando miro el mundo y su indiferencia frente a Ti, siempre me vienen lágrimas a los ojos, pero cuando miro un alma consagrada que es tibia, entonces mi corazón sangra.

285   1934.  Una vez vine a mi celda y estaba tan cansada que antes de comenzar a desvestirme tuve que descansar un momento, y cuando estaba desvestida, una de las hermanas me pidió que le trajera un vaso de agua caliente.  A pesar del cansancio, me vestí rápidamente y le traje el agua que (126) deseaba, aunque de la cocina a la celda había un buen trecho de camino y el barro llegaba a los tobillos.  Al entrar en mi celda vi un copón con el Santísimo Sacramento y oí esta voz: Toma este copón y llévalo al tabernáculo. En un primer momento vacilé, pero me acerqué y cuando toqué el copón, oí estas palabras: Con el mismo amor con que te acercas a Mi, acércate a cada una de las hermanas y todo lo que haces a ellas Me lo haces a Mi. Después de un momento me di cuenta de que estaba sola.


286   + Una vez, cuando se hacia la adoración por nuestra patria, un dolor estrechó mi alma y empecé a orar de modo siguiente: Jesús Misericordiosísimo, Te pido por la intercesión de Tus Santos y, especialmente, por la intercesión de Tu Amadísima Madre, que Te crió desde la niñez, Te ruego bendigas a mi patria.  Jesús, no mires nuestros pecados, sino las lagrimas de los niños pequeños, el hambre y el frío que sufren.  Jesús, en nombre de estos inocentes, concédeme la gracia que Te pido para mi patria.  En aquel instante vi. al Señor Jesús con los ojos llenos de lagrimas y me dijo: Ves, hija Mía, cuánta compasión les tengo; debes saber que son ellos los que sostienen el mundo.

287   + Oh Jesús mío, cuando observo la vida de las almas, veo que muchas Te sirven con cierta desconfianza. Y en ciertos momentos, especialmente cuando hay ocasión para demostrar el amor hacia Dios, justo entonces veo cómo estas almas huyen del campo de batalla.  Entonces me dijo Jesús: ¿Tu también, hija Mía, quieres comportarte así?  Le contesté al Señor: Oh no, Jesús mío, no me retiraré del campo de batalla, aunque el sudor de la muerte bañe mi frente, no dejaré caer de la mano la espada, hasta que no descanse a los pies de la Santísima Trinidad. Para cualquier cosa que hago, no cuento con mis propias fuerzas, sino con la gracia de Dios. Con la gracia de Dios el alma puede superar victoriosamente las más grandes dificultades.

288   (127) + Una vez, hablé con Jesús mucho tiempo de nuestras alumnas y animada por su bondad le pregunté si también entre nuestras alumnas tenia almas que eran un consuelo para su Corazón y el Señor me contestó que las tenia pero su amor es débil, por eso las confío a tu cuidado especial; ruega por ellas.

Oh Dios Inmenso, admiro Tu bondad. Tú eres el Señor de las huestes celestiales  y Te humillas de ese modo hacia una miserable criatura.  Oh, con que ardor deseo amarte con cada latido de mi corazón.  No me basta toda la superficie de la tierra, el cielo es demasiado pequeño y el espacio celeste es nada. Únicamente Tu solo me bastas, Dios Eterno. Sólo Tú puedes llenar la profundidad de mi alma.

289   Los momentos más felices para mi son aquellos cuando me quedo a solas con mi Señor. En aquellos momentos conozco la grandeza de Dios y mi propia miseria.


Una vez Jesús me dijo: No te extrañes si a veces sospechan de ti injustamente.  Yo por amor a ti, fui el primero en beber este cáliz de sufrimientos injustos.


















El exégeta del siglo XXI.

sábado, 25 de abril de 2015

Del Diario de Santa Faustina Kowalska, del nº 203 al 209.



203 Hoy empiezo los ejercicios espirituales. Jesús, Maestro mio, guíame, dispón de mi según Tu voluntad, purifica mi amor para que sea digna de Ti, haz de mi lo que desea Tu misericordiosísimo Corazón. Jesús, en estos días estaremos a solas, hasta el momento de nuestra unión; mantenme, Jesús, en el recogimiento del espíritu.

204 Por la noche el Señor me dijo: Hija Mía, que nada te asuste ni te perturbe, mantén una profunda tranquilidad, todo está en Mis manos, te haré entender todo por la boca del Padre Andrasz. Sé como una niña frente a él.

Un momento delante del Santísimo Sacramento.

205 Oh Señor y mi eterno Creador, ¿cómo podré agradecerte por esta gran gracia de que Te dignaste elegirme a mi, miserable, como Tu esposa y me unes a Ti con un vinculo eterno?  Amabilísimo tesoro de mi corazón, Te ofrezco todos los actos de adoración y de de agradecimiento de las almas santas, de los coros angélicos y me uno especialmente a Tu Madre, Oh Maria, Madre mía, Te ruego humildemente, cubre mi alma con Tu manto virginal en este momento tan importante de mi vida, para que así, me haga mas agradable a Tu Hijo y pueda glorificar dignamente la misericordia de Tu Hijo delante del mundo entero y durante toda la eternidad.

206 (103) Hoy no pude entender la meditación. Mi espíritu estaba admirablemente sumergido en Dios.  No pude forzarme a pensar en lo que el Padre decía durante los ejercicios espirituales.  A menudo no está en mi poder pensar según determinados esquemas, mi espíritu está con el Señor y tal es mi meditación.


207 Algunas palabras de mi conferencia con la Madre Maestra Maria Josefa. Me aclaró muchas cosas y me tranquilizó respecto a la vida interior, [diciendo] que estoy en el buen camino. Le agradecí al Señor Jesús por esta gran gracia, ya que ella era la primera entre las Superioras que no me engendraba dudas en este aspecto. Oh, cuán infinitamente bueno es Dios.

208 Oh Hostia Viva, mi única Fortaleza, Fuente de Amor y de Misericordia, abrazo al mundo entero, fortifica a las almas débiles. Oh, bendito sea el instante y el momento en que Jesús [nos] dejó su misericordiosísimo Corazón.

209 Sufrir sin quejarse, consolar a los demás y ahorrar sus propios sufrimientos en el Sacratísimo Corazón de Jesús.  Todos los momentos libres de los deberes los pasaré a los pies del Santísimo Sacramento.  A los pies del Señor buscaré luz, consuelo y fuerza. Incesantemente mostraré el agradecimiento a Dios por la gran misericordia hacia mí, sin olvidarme jamás de los beneficios [que] me ofreció y especialmente la gracia de la vocación.


Me esconderé entre las hermanas como una violeta pequeña entre las azucenas. Deseo florecer para mi Creador y Señor, olvidarme de mi misma, anonadarme completamente a favor de las almas inmortales es un deleita para mi.


















El exégeta del siglo XXI.

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Del Diario de Santa Faustina Kowalska, nº 1486



1486 (82) Dialogo entre Dios misericordioso y el alma desesperada.

- Jesús: Oh alma sumergida en las tinieblas, no te desesperes, todavía no todo está perdido, habla con tu Dios que es el Amor y la Misericordia Misma.  Pero, desgraciadamente, el alma permanece sorda ante la llamada de Dios y se sumerge en las tinieblas aún mayores.

- Jesús vuelve a llamar: Alma, escucha la voz de tu Padre misericordioso.
En el alma se despierta la respuesta: Para mí ya no hay misericordia.  Y cae en las tinieblas aún más densas, en una especie de desesperación que le da la anticipada sensación del infierno y la hace completamente incapaz de acercarse a Dios.

Jesús habla al alma por tercera vez, pero el alma está sorda y ciego, empieza a afirmarse en la dureza y la desesperación.  Entonces empiezan en cierto modo a esforzarse las entrañas de la misericordia de Dios y sin ninguna cooperación de parte del alma, Dios le da su gracia definitiva.  Si la desprecia, Dios la deja ya en el estado en que ella quiere permanecer por la eternidad.  Esta gracia sale del Corazón misericordioso de Jesús y alcanza al alma con su luz y el alma empieza a comprender (83) el esfuerzo de Dios, pero la conversión depende de ella.  Ella sabe que esta gracia es la ultima para ella y si muestra un solo destello de buena voluntad aunque sea el mas pequeño, la misericordia de Dios realizará el resto.

-[Jesús]: Aquí actúa la omnipotencia de Mi misericordia, feliz el alma que aproveche esta gracia.

- Jesús: Con cuánta alegría se llena Mi Corazón cuando vuelves a Mí.  Te veo muy débil, por lo tanto te tomo en Mis propios brazos y te llevo a casa de Mi Padre.

- El alma como si se despertara: ¿Es posible que haya todavía misericordia para mi? Pregunta llena de temor.

- Jesús: Precisamente tú, niña Mía, tienes el derecho exclusivo a Mi misericordia.  Permite a Mi misericordia actuar en ti, en tu pobre alma; deja entrar en tu alma los rayos de la gracia, ellos introducirá luz, calor y vida.

- El alma: Sin embargo me invade el miedo tan sólo al recordar mis pecados y este terrible temor me empuja a dudar en Tu bondad.

- Jesús: Has de saber, oh alma, que todos tus pecados no han herido tan dolorosamente Mi corazón como tu actual desconfianza.  Después de tantos esfuerzos de Mi (84) amor y Mi misericordia no te fías de Mi bondad.

- El alma: Oh Señor, salvame Tu Mismo, porque estoy pereciendo; sé mi Salvador.  Oh Señor, no soy capaz de decir otra cosa, mi pobre corazón esta desgarrado, pero Tú, Señor….

Jesús no permite al alma terminar estas palabras, la levanta del suelo, del abismo de la miseria y en un solo instante la introduce a la morada de su propio Corazón, y todos los pecados desaparecen [374] en un abrir y cerrar de ojos, destruidos por el ardor del amor.

- Jesús: He aquí, oh alma, todos los tesoros de Mi Corazón, toma de él todo lo que necesites.


- El alma: Oh Señor, me siento inundada por Tu gracia; siento que una vida nueva ha entrado en mí y, ante todo, siento Tu amor en mi corazón, eso me basta.  Oh Señor, por toda la eternidad glorificaré la omnipotencia de Tu misericordia; animada por Tu bondad.  Te expresaré todo el dolor de mi corazón.

- Jesús: Di todo, niña, sin ningún reparo, porque te escucha el Corazón que te ama, el Corazón de tu mejor amigo.

- Oh Señor, ahora veo toda mi ingratitud y Tu bondad.  Tú me perseguías con Tu gracia y yo frustraba todos Tus esfuerzos; veo que he merecido (85) el fondo mismo del infierno por haber malgastado Tus gracias.

Jesús interrumpe las palabras del alma y [dice]: No te abismes en tu miseria, eres demasiado débil para hablar; mira más bien Mi Corazón lleno de bondad, absorbe Mis sentimientos y procura la dulzura y la humildad.  Sé misericordiosa con los demás como Yo soy misericordioso contigo y cuando adviertas que tus fuerzas de debilitan, ven a la Fuente de la Misericordia y fortalece tu alma, y no pararás en el camino.


- El alma: Ya ahora comprendo Tu misericordia que me protege como una nube luminosa y me conduce a casa de mi Padre, salvándome del terrible infierno que he merecido no una sino mil veces.  Oh Señor, la eternidad no me bastará para glorificar dignamente Tu misericordia insondable, Tu compasión por mí.


















El exégeta del siglo XXI.

jueves, 23 de abril de 2015

Del Diario de Santa Faustina Kowalska -del 29 al 33-



29     Oh, mi Jesús, Tu eres la vida de mi vida, Tu sabes bien que lo único que deseo es la gloria de Tu nombre y que las almas conozcan Tu bondad.  ¿Por qué las almas Te evitan, oh Jesús?, no lo entiendo. Oh si pudiera dividir mi corazón en partículas mínimas y ofrecerte, oh Jesús, cada partícula como un corazón entero para compensarte, aunque parcialmente, por los corazones que no Te aman. Te amo, Jesús, con cada gota de mi sangre y la derramaría voluntariamente por Ti para darte la prueba de mi amor sincero. Oh Dios, cuanto más Te conozco tanto menos Te puedo entender, pero esa incapacidad de comprenderte me permite conocer lo grande que eres, oh Dios. Y esa incapacidad de comprenderte incendia mi corazón hacia Ti como una nueva llama, oh Señor.  Desde el momento en que permitiste, oh Jesús, sumergir la mirada de mi alma en Ti, descanso y no deseo nada más. He encontrado mi destino en el momento en que mi alma se sumergió en Ti, en el único objeto de mi amor. Todo es nada en comparación Contigo. Los sufrimientos, las contrariedades, las humillaciones, los fracasos, las sospechas que enfrento, son espinas que incendian mi amor hacia Ti, Jesús.

Locos e irrealizables son mis anhelos. Deseo ocultarte que estoy sufriendo. No quiero ser recompensada jamás por (23) mis esfuerzos y mis buenas obras. Oh Jesús, Tu Mismo eres mi recompensa. Tu me bastas, oh Tesoro de mi corazón. Deseo compartir los sufrimientos del prójimo, esconder mis sufrimientos en mi corazón no solo ante el prójimo, sino también ante Ti, oh Jesús.

El sufrimiento es una gran gracia. A través del sufrimiento el alma se hace semejante al Salvador, el amor se cristaliza en el sufrimiento. Cuanto más grande es el sufrimiento, tanto mas puro se hace el amor.

30     + Una noche vino a visitarme una de nuestras hermanas que había muerto hacia dos meses antes. Era una de las hermanas del primer coro.  La vi en un estado terrible. Toda en llamas, la cara dolorosamente torcida.  [La visión] duró un breve instante y desapareció. Un escalofrió traspasó mi alma y aunque no sabia donde sufría, en el purgatorio o en el infierno, no obstante redoblé mis plegarias por ella.  La noche siguiente vino de nuevo, pero la vi en un estado aun más espantoso, entre llamas mas terribles, en su cara se notaba la desesperación. Me sorprendí mucho que después de las plegarias que había ofrecido por ella; la vi en un estado más espantoso y pregunté:
- “¿No te han ayudado nada mis rezos?”

Me contestó que no le ayudaron nada mis rezos y que no le iban a ayudar.  Pregunté:
- “¿Y las oraciones que toda la Congregación ofreció por ti, tampoco te han ayudado?”

Me contestó que nada. Aquellas oraciones fueron en provecho de otras almas. Y le dije:
- “Si mis plegarias no te ayudan nada, hermana, te ruego que no vengas a verme”.


Y desapareció inmediatamente. Sin embargo yo no dejé de rezar. Después de algún tiempo volvió a visitarme de noche, pero en un estado distinto. No estaba entre llamas como antes y su rostro era radiante, los ojos brillaban de alegría y me dijo que yo tenia el amor verdadero al prójimo, que muchas almas se aprovecharon de mis plegarias y me animó a no dejar de [interceder] por las almas que sufrían en el purgatorio y me dijo que ella no iba a permanecer ya por mucho tiempo en el purgatorio. ¡Los juicios de Dios son verdaderamente misteriosos!

31     (24) 1933.  Una vez oí en mi alma esta voz:
- “Haz una novena por la patria.  La  novena consistirá en las letanías de todos los santos.  Pide el permiso al confesor”.

Durante la confesión siguiente obtuve el permiso y a la noche empecé en seguida la novena.

32     Terminando las letanías vi una gran claridad y en ella a Dios Padre.  Entre la luz y la Tierra vi a Jesús clavado en la cruz de tal forma que Dios, deseando mirar hacia la tierra, tenia que mirar a través de las heridas de Jesús.  Y entendí que Dios bendecía la tierra en consideración a Jesús.

33     Jesús, Te agradezco por esta gran gracia, es decir por el confesor que Tu Mismo Te dignaste elegirme y que me hiciste ver primero en una visión, antes de conocerlo [personalmente] [54]. Cuando había ido a confesarme con el Padre Andrasz, pensaba que iba a ser liberada de estas inspiraciones interiores. El Padre me contesto que no podía liberarme de ellas, y dijo:
- “Ruegue hermana para [obtener] un director espiritual”.

Después de una breve y ferviente plegaria vi de nuevo al Padre Sopocko en nuestra capilla, entre el confesionario y el altar. En aquel tiempo me encontraba en Cracovia. Fueron estas dos visiones que me fortalecieron en el espíritu, tanto mas que lo encontré tal cual lo había visto en las visiones, tanto en Varsovia durante la tercera probación [55], como en Cracovia. Te agradezco, Jesús, por esta gran gracia.


Ahora tiemblo cuando oigo, a veces, a un alma diciendo que no tiene confesor, es decir director espiritual, porque sé que graves daños tuve yo cuando no tenía esta ayuda.  Sin el director espiritual es fácil desviarse del camino.


















El exégeta del siglo XXI.