martes, 17 de marzo de 2015

Marcos 10, 42-52. 11, 20-26



Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Marcos

Capítulo 10

42 Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad.

Todos los gobernantes del mundo están muy ocupados para leer el evangelio pero les aseguro que en el de Marcos, capítulo 10 versículo 42 dice lo que está escrito ahí arriba.

No está escrito ayer. Fue dicho hace dos mil años por el Hijo de Dios.

43 Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;
44 y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.
45 Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud».

La palabra servir tiene mala prensa en nuestro tiempo. En general uno busca alcanzar del mundo honores, gloria, ser admirado, servido y consideramos esto como algo que nos hace sentir bien.

Cualquier persona puede sentir esto sin ser rico porque en la cuadra, la vereda o el lugar que sea podemos ver a dos o más -no importa el número-, y uno quiere ser el jefe. quiere ser admirado, obedecido y/o seguido. 

Alguien quiere mandar, no importa si es una banda de ladrones, el ejército de un país, un rico empresario, un cantante, un artista o si es entre ricos o entre pobres porque en todos lados hay gente que quiere mandar, ser servida, obedecida. 

Jesús dice que eso es justo lo que debemos evitar desear. Él nos dice que debemos someternos voluntariamente y servir al otro -a todos los otros sin distinción-, como si fuese a Dios mismo a quien estamos sirviendo y servir haciendo el bien, servir amando.


46 Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo –Bartimeo, un mendigo ciego-, estaba sentado junto al camino.
47 Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: « ¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!».
48 Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: « ¡Hijo de David, ten piedad de mí!».
49 Jesús se detuvo y dijo: «Llámenlo». Entonces llamaron al ciego y le dijeron: « ¡Animo, levántate! El te llama».
50 Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él.
51 Jesús le preguntó: « ¿Qué quieres que haga por ti? El le respondió: «Maestro, que yo pueda ver».
52 Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.

Un mendigo ciego sentado al costado del camino.
Le dicen que se calle. 
Esta es nuestra actitud.
Cuando nos toca ser como el mendigo muchas personas nos menosprecian. 
Nuestros semejantes nos dan la espalda y nos destratan. 
Cuando somos los que seguimos a gente importante y vemos a alguien que molesta vamos para hacer respetar al jefe o al poderoso y quizá sin ser muy conscientes destratamos a cualquiera con tal que el poderoso de turno nos tenga en cuenta y felicite. Jesús nos dice que ese es un camino errado.


Capítulo 11

20 A la mañana siguiente, al pasar otra vez, vieron que la higuera se había secado de raíz.
21 Pedro, acordándose, dijo a Jesús: «Maestro, la higuera que has maldecido se ha secado».
22 Jesús respondió: «Tengan fe en Dios.


Además del simbolismo, Jesús vino para servir y sirve; nos enseña que le sucede al que vino para servir y solo se sirve a si mismo.


23 Porque yo les aseguro que si alguien dice a esta montaña: «Retírate de ahí y arrójate al mar», sin vacilar en su interior, sino creyendo que sucederá lo que dice, lo conseguirá.
24 Por eso les digo: Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán.

Si hacemos la voluntad del Padre Celestial todo se realiza.


25 Y cuando ustedes se pongan de pie para orar, si tienen algo en contra de alguien, perdónenlo, y el Padre que está en el cielo les perdonará también sus faltas».

26 (Pero si no perdonan, tampoco el Padre que está en el cielo los perdonará a ustedes)

La llave es el amor, o sea: el servicio, la oración, la fe y el perdón.


Fuimos llamados a ser Sus hijos.


Nos dió a Su Madre e hizo Sus hermanos.


Somos una sola carne con Jesús


Él nos llama en nuestra unidad con Él, Su Esposa.


El exégeta del siglo XXI

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