sábado, 28 de marzo de 2015

Del Primer Cuaderno titulado La Divina Misericordia En mi Alma de Santa Faustina Kowalska, apenas el comienzo...



PRIMER CUADERNO



La Divina Misericordia
En mi Alma


DIARIO



Sor Faustina
  
              
   (1)*

1        Oh Amor Eterno, mandas pintar Tu Santa Imagen (1) y nos revelas la fuente inconcebible de la misericordia.  Bendices a quien se acerca a Tus rayos,
Y el alma negra se convierte en nieve.

   Oh dulce Jesús, aquí (2) has establecido el trono de
   Tu misericordia
   Para dar alegría y ayudar al pecador,
   De Tu Corazón abierto, como de un manantial puro,
   Fluye el consuelo para el alma y el corazón contrito.

Que el honor y la gloria para esta imagen
No dejen de fluir de las almas de los hombres,
Que cada corazón glorifique la Divina Misericordia
Ahora y por los siglos de los siglos y en cada hora.

Oh, Dios mío

2        Cuando miro hacia el futuro, me atemorizo,
Pero ¿por qué sumergirse en el futuro?
Para mi solamente el momento actual es de gran valor,
Ya que quizá el futuro nunca llegue a mi alma.

El tiempo que ha pasado no está en mi poder.
Cambiar, corregir o agregar,
No pudo hacerlo ningún sabio ni profeta,
Así que debo confiar a Dios lo que pertenece al pasado.

Oh momento actual, tú me perteneces por completo,
 Deseo aprovecharte cuanto pueda,
 Y aunque soy débil y pequeña,
 Me concedes la gracia de tu omnipotencia.
         
        Por eso, confiando en Tu misericordia,
        Camino por la vida como un niño pequeño
        Y cada día Te ofrezco mi corazón
        Inflamado del amor por Tu mayor gloria. 


______________________________________________________________________

* La cifra árabe entre paréntesis ( ) localizada al principio o dentro del texto, indica la pagina correspondiente en el manuscrito del Diario.  Por otra parte las palabras entre paréntesis cuadrado [] han sido agregadas por la Editorial para aclarar pasajes del texto.
Las cifras que se encuentran al margen del texto del Diario permiten al lector encontrar diferentes temas en el índice de temas, personas y localidades.



(2)                                                                   +
JMJ
          3                                                           Dios y las almas
                                                   Oh, Rey de Misericordia, guía mi alma.
                                                                       Sor M. Faustina
                                                              Del Santísimo Sacramento
    Vilna, 28 VII 1934

      4    Oh Jesús mío, por la confianza en Ti
      Trenzo miles de coronas y sé
      Que todas florecerán
      Y sé que florecerán cuando las
       Ilumine el Sol Divino.

                    + Oh gran y Divino Sacramento
                     Que ocultas a mi Dios
                     Jesús acompáñame en cada momento,
                     Y ningún temor invadirá mi corazón.

(3) +                                                                                                                             Vilna, 28 VII 1934
    JMJ                                                                                                                  + Primer cuaderno


Dios y las almas

5        Seas adorada, oh Santísima Trinidad, ahora y siempre, Seas alabada en todas Tus      
Obras y en todas Tus criaturas.  Que la grandeza de Tu misericordia, oh Dios, sea
Admirada y glorificada.

6        Debo tomar nota [3] de los encuentros de mi alma Contigo, oh Dios, en los momentos particulares de Tus visitas.  Debo escribir de Ti, oh Inconcebible en la misericordia hacia mi pobre alma.  Tu santa voluntad es la vida de mi alma.  He recibido este mandato de quien Te sustituye para mi, oh Dios, aquí en la tierra y que me enseña Tu santa voluntad:  Jesús Tu ves que difícil es para mí escribir, y que no sé describir claramente lo que siento en el alma.  Oh Dios, ¿puede la pluma describir cosas para las cuales, a veces, no hay palabras?  Pero me mandas escribir, oh Dios, esto me basta.

Varsovia, 1 VIII 1925

Ingreso al convento

7        Desde los siete años sentía la suprema llamada de Dios, la gracia de la vocación a la vida consagrada.  A los siete años por primera vez oí la voz de Dios en mi alma, es decir, la invitación a una vida más perfecta.  Sin embargo, no siempre obedecí la voz de la gracia.  No encontré a nadie quien me aclarase esas cosas.

8    El decimoctavo año de mi vida, insistente pedido a mis padres el permiso para entrar                         
                  en un convento; una categórica negativa de los padres.  Después de esa negativa me
                  entregué a las vanidades de la vida [4] sin hacer caso alguno a la voz de la gracia,
                   aunque  mi alma (4) en nada encontraba satisfacción.  Las continuas llamadas de la
                   gracia  eran para mi un gran tormento, sin embargo intenté apagarlas con 
                   distracciones.  Evitaba a Dios dentro de mi y con toda mi alma me inclinaba hacia
                   las criaturas.  Pero la gracia divina venció en mi alma.

9        Una vez, junto con una de mis hermanas fuimos a un baile [5].  Cuando todos se
Divertían mucho, mi alma sufría [tormentos] interiores.  En el momento en que empecé a bailar, de repente  vi  a Jesús junto a mí.  A Jesús martirizado, despojado de
Sus vestiduras, cubierto de heridas, diciéndome esas palabras:   ¿Hasta cuándo Me harás sufrir, hasta cuándo Me engañaras?   En aquel momento dejaron de sonar los alegres tonos de la música, desapareció de mis ojos la compañía en que me encontraba, nos quedamos Jesús y yo.  Me senté junto a mi querida hermana, disimulando lo que ocurrió en mi alma con un dolor de cabeza.  Un momento después abandoné discretamente a la compañía y a mi hermana y fui a la catedral de San Estanislao Kostka.  Estaba anocheciendo, había poca gente en la catedral.  Sin hacer caso a lo que pasaba alrededor, me postré en cruz delante del Santísimo Sacramento, y pedí al Señor que se dignara hacerme conocer qué había de hacer en adelante.

 10    Entonces oí esas palabras:   Ve inmediatamente a Varsovia, allí entrarás en un   
         convento.   Me levanté de la oración, fui a casa y solucioné las cosas necesarias. 
         Como pude, le confesé a mi hermana lo que había ocurrido en mi alma, le dije que me
         despidiera de mis padres, y con un solo vestido, sin nada más, llegué a Varsovia.

11    Cuando bajé del tren y vi que cada uno se fue por su camino, me entró miedo:  ¿Qué

hacer?  ¿A dónde dirigirme, si no conocía a nadie?  Y dije a la Madre de Dios:  María, dirígeme, guíame.  Inmediatamente oí en el alma estas palabras:  que saliera de la ciudad a una aldea [6] donde pasaría una noche tranquila.  Así lo hice y encontré todo tal y como la Madre de Dios me había dicho.

       









     

       El exégeta el siglo XXI.

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