jueves, 5 de marzo de 2015

Hace dos mil años



Hace dos mil años Dios envió a Su hijo

Como era Dios también tuvo que hacer un milagro transformando a Su hijo en persona de carne y hueso como vos y como yo.

Y lo hizo nacer haciendo que una señorita comprometida pero no casada -virgen-, quedase embarazada y avisándole a su futuro esposo que era obra Suya todo el milagro, que esté tranquilo y confiara en ella. Y él hombre se casó.

La familia era humilde. El padre trabajador y decente. La madre administradora de la casa y muy servicial, amorosa y amable.

Jesús -ese es Su nombre-, vivió emociones, sentimientos, pensamientos, placer y dolor físico, hambre, sed, sueño, etc. Como vos y como yo. Pero sin pecado y consciente de que era el Hijo de Dios.

Aceptó y realizó la Voluntad del Padre Celestial y lo Glorificó aceptando La Pasión y Muerte en la Santa Cruz. Así cuando todo estuvo cumplido, nos salvó de la muerte y nos regaló ser hijos de Dios, hermanos suyos y junto con esto la vida eterna.


Dios lo Glorificó a Él haciéndolo resucitar al tercer día y luego recibiéndolo en El Cielo quedando a Su derecha en un trono eterno.


Nos envió desde El Cielo el Espíritu Santo.
Nos cuida, bendice, guía y protege.
Nos ayuda a permanecer fieles y a hacer la Voluntad del Padre Celestial.


Que Dios Padre Celestial nos perdone, redima, renueve en Su Misericordia, cure, sane y lleve al Reino de los Cielos y Su Justicia y que lo demás se de por añadidura. Que nosotros hagamos Su Santa Voluntad. En el Santo nombre de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios vivo, gracias, así sea, amén.






Con María Santísima que intercede ante Él por nosotros y ayuda, vamos realizando El Camino juntos. Amén.














El exégeta del siglo XXI

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