1653 (39)
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JMJ
Hacia
la luz excelsa, donde reina mi Dios,
Se
lanza mi alma,
Aspira
mi corazón
Y
todo mi ser se eleva hacia Ti.
Aspiro
al mas allá, a Dios Mismo,
A
la luz inconcebible, el ardor mismo del amor,
Porque
mi alma y mi corazón han sido creados para Él
Y
mi corazón lo ha amado desde la primera juventud.
Allá,
en los destellos de la luz de Tu rostro
Descansará
mi amor lleno de añoranza,
Realmente,
una virgen en destierro agoniza por Ti,
Porque
ella vive cuando está unida a ti.
Mi
día ya está por terminar,
Ya
siento Tus eternos reflejos, oh Dios,
Nadie
sabrá lo que siente mi corazón,
Mi
boca callará en gran humildad.
(40)
Ya voy a las bodas eternas,
Al
cielo eterno, al espacio inconcebible,
No
suspiro por el descanso ni por el premio,
Me
atrae al cielo el puro amor de Dios.
Ya
voy al encuentro Contigo, Amor eterno,
Con
el corazón ansioso que Te desea.
Siento
que Tu puro amor, oh Dios, habita en mi corazón
Y
siento que mi destino eterno está en el cielo.
Ya
voy a mi Padre, al cielo eterno,
Del
destierro, de este valle de lagrimas.
La
tierra no es capaz de retener más mi corazón puro,
Las
alturas del cielo me han atraído a sí.
Ya
voy, oh Esposo mío, para ver Tu gloria,
Que
ya ahora llena mi alma de alegría,
Donde
todo el cielo se sumerge en tu adoración.
Siento
que mi adoración Te es agradable, aunque soy nada.
En
la felicidad eterna no olvidaré a los hombres en la tierra,
Impetraré
la misericordia de Dios para todos,
(41)
Y recordaré especialmente a quienes fueron queridos de mi corazón.
Ni
la más profunda sumersión en Dios me impedirá recordarles.
En
estos últimos momentos no sé hablar con los hombres,
En
silencio Te espero sólo a Ti, oh Señor.
Sé
que llegará el momento cuando todos reconozcan
La
obra de Dios en mi alma,
Sé
que ésta es Tu voluntad, y así sucederá.
+
JMJ
1701
Hoy pedí al Señor que se dignara instruirme
sobre la vida interior, porque de por mi no alcanzo a comprender nada ni pensar
en nada perfecto. Y el Señor me contestó: He sido tu Maestro; lo soy lo
seré. Procura que tu corazón se asemeje a Mi Corazón manso y
humilde. No reclames nunca tus derechos. Soporta con gran calma y
paciencia todo lo que te pase; no te defiendas cuando toda la vergüenza recaiga
sobre ti injustamente; deja que triunfen los demás. No dejes de (73) ser buena si adviertes que abusan
de tu bondad; cuando sea necesario Yo Mismo intervendré a favor de ti. Agradece por la más pequeña gracia mía, porque esta gratitud Me obliga a
concederte nuevas gracias…
1702
Al final del Vía Crucis que yo estaba haciendo,
el Señor Jesús empezó a quejarse de las almas de los religiosos y de los
sacerdotes, de la falta de amor en las almas elegidas. Permitiré destruir los conventos y
las iglesias. Contesté:
Jesús, pero son tan numerosas las almas que Te alaban en los conventos. El Señor contestó: Esta alabanza hiere Mi Corazón,
porque el amor ha sido expulsado de los conventos. Almas sin amor y sin
devoción, almas llenas de egoísmo y de amor propio, almas soberbias y
arrogantes, almas llenas de engaños e hipocresía, almas tibias que apenas
tienen el calor suficiente para mantenerse vivas. Mi Corazón no puede
soportarlo. (74) Todas las gracias que derramo sobre
ellas cada día, se resbalan como sobre una roca. No puedo soportarlas,
porque no son ni buenas ni malas. He instituido conventos para santificar
el mundo a través de ellos. De ellos ha de brotar una potente llama de
amor y de sacrificio. Y si no se convierten y no se inflaman de su amor inicial,
las entregaré al exterminio de este mundo…
¿Cómo podrán sentarse en el trono prometido, a juzgar el mundo, si
sus culpas
pesan más que las del mundo? Ni penitencia ni reparación…. Oh
corazón que
Me has recibido por la mañana y al mediodía ardes de odio contra Mi
bajo las
formas mas variadas. Oh corazón, ¿habrás sido elegido especialmente
por Mi
para hacerme sufrir más? Los grandes pecados del mundo hieren Mi
Corazón
algo superficialmente, pero los pecados de un alma elegida
traspasan Mi
Corazón por completo…
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