
560 Jueves. Me sentía muy
apremiada para dar comienzo a la obra lo antes posible, según el deseo del
Señor. Cuando fui a confesarme, antepuse una opinión mía a la opinión del
confesor. En un primer momento no me di cuenta de ello, pero mientras rezaba la
Hora Santa, vi al Señor Jesús (29) con el aspecto que tiene en la imagen y me
dijo que comunicara al confesor y a las Superioras todo lo que me decía y
exigía. Y haz solamente aquello para lo
que recibirás permiso. Y me dió a conocer Jesús, lo mucho que le desagrada el
alma arbitraria; en aquella alma me reconocí a mi misma. Advertí en mí la sombra de arbitrariedad, me
deshice en polvo delante de su Majestad y con el corazón despedazado, le pedí
perdón. Pero Jesús no me permitió permanecer mucho tiempo en tal disposición,
sino que su divina mirada llenó mi alma con un gozo tan grande que no encuentro
palabras para expresarlo. Y me dió a conocer Jesús que debía preguntarle y
consultarle más. De verdad, qué dulce es la mirada de mi Señor. Su mirada
penetra mi alma hacia los lugares mas secretos, mi espíritu se entiende con
Dios sin pronunciar ni una sola palabra; siento que Él vive en mi y yo en Él.
561 (30) Una vez vi
aquella imagen [201] [en] una pequeña capillita y en un momento vi que de
aquella pequeña capillita se hizo un templo grande y bello, y en aquel templo
vi a la Santísima Virgen con el Niño en los brazos. Luego el Niño Jesús
desapareció de los brazos de la Virgen y vi una imagen viva de Jesús
crucificado. La Virgen me dijo que me comportara como Ella: a pesar de los
gozos, siempre mirara fijamente la cruz y me dijo también que las gracias que
Dios me concedía no eran solamente para mí sino también para otras almas.
562 El Niño Jesús que veo
durante la Santa Misa no es siempre igual, a veces muy alegre, a veces no mira
nada hacia la capilla. Ahora, la mayoría de las veces está alegre cuando
nuestro confesor [202] celebra la Santa Misa. Me sorprendí mucho al ver cuánto
lo amaba el pequeño Niño Jesús. A veces lo veo con un delantalcito [203] de
color.
563 (31) Antes de venir a
Vilna y antes de conocer a este confesor, una vez había visto una iglesia no
muy grande y junto a ella esta Comunidad. El convento tenía doce celdas, cada
religiosa iba a tener su celda particular. Vi al sacerdote que ayudaba a arreglar
el convento y a quien conocí unos años mas tarde, pero ya lo había conocido en
visión. Vi su gran abnegación en
arreglar todo en aquel convento y le ayudaba otro sacerdote que no he conocido
hasta el momento. Vi las rejas de hierro tapadas con un paño oscuro. A aquella iglesia las hermanas no iban.
564 El día de la
Inmaculada Concepción de la Virgen. Durante la Santa Misa oí el susurro de
ropas y vi a la Santísima Virgen en un misterioso, bello resplandor. Tenía una
túnica blanca con una faja (32) azul y me dijo: Me das una gran alegría
adorando a la Santísima Trinidad por las gracias y los privilegios que me ha
concedido, y desapareció enseguida.
Jesús en Vos Confío
565 Sobre las penitencias
y las mortificaciones.
En el primer lugar están las mortificaciones interiores, pero
además practicaremos las mortificaciones exteriores, definidas exactamente para
que las practiquen todas. Estas son:
tres días por semana observaremos el ayuno estricto. Estos días son: viernes, sábado y miércoles. Cada viernes,
durante el tiempo necesario para rezar el salmo 50, se someterán a la
disciplina [204], todas en la misma hora en sus propias celdas. La hora
indicada, las tres de la tarde, por los pecadores agonizantes. Durante dos
grandes ayunos [205], como los días del trimestre [206], las vigilias [207], la
comida consistirá en: una vez al día un trozo de pan y un poco de agua.
Que cada una trate de practicar estas mortificaciones que están
prescritas (33) para todas, pero si alguna hermana desea algo mas, pida el
permiso a la Superiora. Una mortificación general mas: ninguna hermana puede
entrar en la celda de otra sin un permiso especial de la Superiora, pero la
Superiora debe a veces entrar inadvertidamente en las celdas de las hermanas,
no para espiar, sino en el espíritu de amor y responsabilidad que tiene antes
Dios; ninguna cerrará nada con llave, la regla será la llave general para
todas.
566 Un día, después de la
Santa Comunión vi repentinamente al Niño Jesús que estaba junto a mi
reclinatorio y al que se agarraba con las dos manitas. Aunque era un Niño
pequeño, no obstante, me penetró el temor y el miedo, viendo en Él a mi Juez,
Señor y Creador ante cuya santidad tiemblan los ángeles, y por otra parte, mi
alma fue inundada del amor (34) inconcebible y me pareció que moría bajo su
influjo. Ahora veo que Jesús refuerza
primero mi alma y la hace capaz para relacionarme con Él, porque de otro modo
no podría soportar lo que estoy experimentando en este momento.
567 El comportamiento de
las hermanas para con la Superiora.
Que todas las hermanas respeten a la Superiora como al Señor Jesús
Mismo, tal y como lo mencione hablando del voto de la obediencia. Que se porten
con confianza infantil, sin murmurar nunca ni criticar sus órdenes porque eso
desagrada mucho a Dios. Que cada una se guíe por el espíritu de fe para con las
Superioras, que pida con sencillez todo lo que necesite. Dios nos guarde, y que
nunca se repita ni ocurra que alguna de ustedes sea el motivo de tristeza o de
lágrimas de la Superiora. Que cada una sepa que, como el cuarto mandamiento
obliga a los hijos a respetar a los padres, lo mismo se refiere a la religiosa
para con la Superiora. No es buena (35) la religiosa que se permite y se atreve
juzgar a la Superiora. Que sean sinceras con la Superiora y le hablen de todo y
de sus necesidades con la sencillez de una niña.
Las hermanas se dirigirán a su Superiora de este modo: le ruego,
Hermana Superiora. Nunca le besaran la
mano, pero cada vez que la encuentren en el pasillo, como también cuando vayan
a la celda de la Superiora, dirán: Alabado sea Jesucristo, inclinando un poco
la cabeza.
Las hermanas entre si dirán: le ruego, hermana agregando el nombre.
Respecto a la Superiora deben guiarse por el espíritu de la fe y no con
sentimentalismo ni con adulaciones, cosas indignas de una religiosa que la
humillarían mucho. Una religiosa debe ser libre como una reina y lo será si
vive con el espíritu de la fe. Debemos escuchar y respetar a la Superiora no
por ser buena, santa, prudente, no, no por todo esto, sino solamente porque
para nosotros ocupa el lugar de Dios y escuchándola obedecemos a Dios mismo.
568 (36) El comportamiento
de la Superiora para con las hermanas.
La Superiora debe distinguirse por la humildad y el amor hacia cada
hermana, sin excepción alguna. Que no se deje guiar por simpatía o por
antipatía, sino por el espíritu de Cristo. Debe saber que Dios le pedirá cuenta
de cada hermana. Que no diga sermones a las hermanas, sino que dé el ejemplo de
una profunda humildad y el de negarse a si misma, ésta será la enseñanza mas
eficaz para las que dependen de ella. Que sea resuelta, pero nunca brusca; que
tenga paciencia si la cansan con las mismas preguntas, aunque tenga que repetir
cien veces la misma cosa, pero siempre con la misma calma. Que trate de
presentir todas las necesidades de las hermanas sin esperar que le pidan ésta u
otra cosa, porque son diversas las naturalezas de las almas. Si ve que alguna
hermana está triste o doliente, trate de ayudarle de cualquier manera y de
consolarla; que ruegue mucho y pida luz para saber (37) cómo comportarse con
cada una de ellas porque cada alma es un mundo diferente. Dios tiene distintos
modos para tratar con las almas que, a veces, para nosotros, son
incomprensibles e inconcebibles, por eso la Superiora debe ser prudente para no
impedir la actuación de Dios en ningún alma. Que nunca amoneste a las hermanas
cuando está nerviosa, además los reproches deben siempre ir acompañados por palabras
de estimulo. Hay que dar a conocer al alma su error para que lo reconozca, pero
no se la debe desalentar. La Superiora debe distinguirse por el amor activo a
las hermanas, debe encargarse de todas las penas para aliviar a las hermanas;
que no exija ningunos servicios de las hermanas, que las respete como a las
esposas de Jesús y que esté dispuesta a servirles tanto de día como de noche;
debe mas bien pedir que ordenar. Que tenga el corazón abierto a los
sufrimientos de las hermanas y que ella misma estudie y contemple fijamente el
libro abierto, es decir, a Jesús Crucificado.
Que siempre pida con fervor la luz y, especialmente, cuando tenga que
arreglar algo de importancia con alguna (38) hermana. Que se cuide de entrar en
el ámbito de sus conciencias, porque en este campo es el sacerdote que tiene la
gracia; pero sucede que algún alma sienta la necesidad de desahogarse ante la
Superiora, entonces la Superiora puede recibir las confidencias de un alma,
pero no se olvide del secreto, porque nada disgusta mas a un alma que cuando se
diga a otros lo que ella dijo en confianza, es decir en secreto. Las mujeres
tienen siempre la cabeza débil respecto a esto; pocas veces se encuentra a una
mujer con la mente de hombre. Procure una profunda unión a Dios y Dios
gobernará a través de ella. La Virgen santísima será la Superiora [208]
de este convento y nosotras seremos sus hijas fieles.
569 15 XII 1935. Hoy desde
muy temprano una fuerza misteriosa me empuja a obrar, no me deja en paz ni un
momento; un ardor misterioso se ha encendido en mi corazón empujándome a obrar,
no logro dominarlo; es un martirio silencioso conocido solamente a Dios, pero
que haga (39) de mi lo que a Él le agrade; mi corazón está dispuesto a todo. Oh
Jesús, mi queridísimo Maestro, no te alejas de mí ni por un momento. Oh Jesús,
Tu sabes bien lo débil que soy por mi, por eso sé que mi debilidad Te obliga a
estar siempre conmigo.
570 Una vez vi al Señor
Jesús con una túnica clara; eso fue en el invernadero [209]. Escribe
lo que te diré: Mi deleite es unirme a ti, espero con gran ansia y añoro este
momento en que habitaré sacramentalmente en tu convento. Mi espíritu descansara
en aquel convento, bendeciré especialmente las inmediaciones donde estará el
convento. Por amor hacia ustedes alejaré todos los castigos que la justicia de
Mi Padre administra merecidamente. Hija Mía, he inclinado Mi Corazón hacia tus
suplicas: tu tarea y empeño aquí en la tierra es implorar la misericordia para
(40) el mundo entero. No encontrará alma ninguna la justificación hasta que no
se dirija con confianza a Mi misericordia y por eso el primer domingo después
de Pascua ha de ser la Fiesta de la Misericordia. Ese día los sacerdotes han de
hablar a las almas sobre Mi misericordia infinita. Te nombro dispensadora de Mi
misericordia. Dile al confesor que la imagen esté expuesta en la iglesia y no
en el convento dentro de la clausura.
Por medio de esta imagen colmaré a las almas con muchas gracias, por
eso, que cada alma tenga acceso a ella.

El exégeta del siglo XXI.