506 (207) JMJ Cracovia 27 X 1935
Padre Andrasz –
consejo espiritual.
No hacer nada sin el consentimiento de las Superioras. Esta cuestión hay que reflexionarla bien y
rezar mucho. En estas cosas hay que ser
muy prudente, ya que usted, hermana, tiene aquí la voluntad de Dios segura y
evidente, porque está unida a esta orden por los votos, perpetuos además; pues
no debe haber dudas, y lo que tiene dentro de si, son apenas relámpagos de la
creación de algo. Dios puede hacer algún
cambio, pero estas cosas suceden muy raramente.
Hasta que usted no reciba un conocimiento más evidente, no tenga
prisa. Las obras de Dios van lentamente;
si son de Dios, los conocerá claramente y si no, se esfumarán y usted
obedeciendo no se extraviará. Pero debe
hablar de todo sinceramente con el confesor y escucharlo ciegamente.
Ahora no le queda,
hermana, otra cosa que aceptar el sufrimiento hasta que esto se aclare, es
decir, hasta la solución de este problema.
Su disposición respecto a estas cosas es buena y siga así, llena de
sencillez y de espíritu de obediencia es una buena señal. Si usted, hermana, sigue en esta disposición,
Dios no le permitirá extraviarse; en la medida en que es posible, mantenerse
alejada de estas cosas y si, a pesar de eso, suceden, tomarlas con
tranquilidad, no tener miedo de nada.
Está en las buenas manos de Dios tan bueno. En todo lo que me ha dicho, no veo ninguna
ilusión ni contradicción a la fe: éstas
son las cosas buenas de por si y hasta seria bueno que hubiera un grupo de
almas que pidieran a Dios por el mundo, porque todos necesitamos oraciones. Tiene un buen director espiritual y aténgase
a él y esté tranquila. Sea fiel a la
voluntad de Dios y cúmplala. En cuanto a
las tareas, haga lo que manden, tal y como lo manden aunque fuera una cosa mas
humillante y penosa. Elija siempre el
último lugar y entonces le dirán: Siéntate mas arriba. En el alma y en el comportamiento debe
considerarse la ultima de toda la casa y de toda la Congregación. En todo y siempre la máxima fidelidad a Dios.
507 (208) Deseo, Jesús mío, sufrir y arder con el fuego
del amor en todos los acontecimientos de la vida. Pertenezco a Ti entera, deseo abismarme en
Ti, oh Jesús, deseo perderme en Tu divina belleza. Tú me persigues, Señor, con Tu amor, como un
rayo del sol penetras dentro de mí y transformas la oscuridad de mi alma en Tu
claridad. Siento bien que vivo en Ti
como una chispa pequeñita absorbida por un ardor increíble, en que Tú ardes, oh
Trinidad impenetrable. No existe un gozo
mayor que el amor de Dios. Ya aquí en la
tierra podemos gustar la vida de los habitantes del cielo por medio de una
estrecha unidad con Dios, misteriosa y a veces inconcebible para nosotros. Se puede obtener la misma gracia con la
simple fidelidad del alma.
508 Cuando se apodera de
mi el sentido de desgana y de monotonía en cuanto a mis deberes, entonces me
recuerdo de que estoy en la casa del Señor donde no hay nada pequeño, donde de
la pequeña acción mía, llevada acabo con la intención dirigida al cielo, puede
depender la gloria de la Iglesia y el progreso de mas de un alma, pues no hay
nada pequeño en el convento.
509 Entre las contrariedades
que estoy experimentando, recuerdo que el tiempo de la lucha no ha terminado,
me armo de paciencia y de este modo venzo a mi adversario.
510 No busco con
curiosidad la perfección en ninguna parte, sino que penetro en el espíritu de
Jesús y contemplo sus acciones que tengo relatadas en el evangelio y aunque
viviera mil años, no agotaría lo que en él esta contenido.
511 Cuando mis
intenciones no son aceptadas y [mas bien] condenadas, no me sorprendo mucho, ya
que sé que solamente Dios penetra mi corazón.
La verdad no se pierde y el corazón herido se tranquilizara con el
tiempo y mi espíritu se fortalece en las contrariedades. No siempre escucho lo que me dice el corazón,
sino que pido a Dios luz; cuando siento que he recuperado el equilibrio,
entonces hablo más.
512 (209) El día de la
renovación de los votos. La presencia de
Dios inundó mi alma. Durante la Santa Misa
vi. a Jesús que me dijo estas palabras: Tú eres para Mí un gran gozo, tu amor y
tu humildad hacen que dejo los tronos del cielo y Me uno a ti. El amor allana el abismo que hay entre Mi
grandeza y tu nulidad.
513 El amor inunda mi
alma, estoy sumergida en el océano del amor, siento que me desmayo y me pierdo
completamente en Él.
514 Oh Jesús, haz a mi
corazón semejante al Tuyo, o más bien transfórmalo en Tu propio [Corazón] para
que pueda sentir las necesidades de otros corazones y, especialmente, de los
que sufren y están tristes. Que los
rayos de la misericordia descansen en mi corazón.
El exégeta del siglo XXI.
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