155 (74) + Desde hace
algún tiempo me sucede sentir en el alma cuando alguien reza por mi, lo siento
inmediatamente en el alma; y en cambio cuando algún alma me pide la oración,
aunque no me lo diga, yo lo siento igualmente en el alma. Lo siento como una inquietud,
como si alguien me llamara; cuando rezo, obtengo la paz.
156 Una vez deseaba mucho
acercarme a la Santa Comunión, pero tenia cierta duda y no me acerqué. Sufrí
terriblemente a causa de ello. Me parecía que el corazón se me reventaría del
dolor. Cuando me dedique a mis tareas, con el corazón lleno de amargura, de
repente Jesús, se puso a mi lado y me dijo: Hija Mía, no dejes la Santa Comunión, a no ser que sepas bien de haber
caído gravemente, fuera de esto no te detengan ningunas dudas en unirte a Mi en
Mi misterio de amor. Tus pequeños defectos desaparecerán en Mi amor como una
pajita arrojada a un gran fuego. Debes saber que Me entristeces mucho, cuando
no Me recibes en la Santa Comunión.
157 + Por la noche, al
entrar en la pequeña capilla, oí en el alma estas palabras: Hija Mía, considera estas palabras: y
sumido en la angustia, oraba más tiempo. Cuando empecé a reflexionar mas
profundamente sobre ellas, mucha luz me ilumino que de tal fatigosa oración
depende a veces nuestra salvación.
158 + Cuando fui a Kiekrz [87], para sustituir algún
tiempo a una de las hermanas [88], una tarde atravesé la huerta y me detuve a
la orilla del lago, y durante un largo momento me quedé pensando en aquel
elemento de la naturaleza. De repente vi a mi lado al Señor Jesús que me dijo
amablemente: Lo he creado todo para ti,
esposa Mía, y has de saber que todas las bellezas son nada en comparación con
lo que te he preparado en la eternidad. Mi alma fue inundada de un consuelo tan grande
que me quedé allí hasta la noche y me pareció que estuve un breve
instante. Aquel día lo tenia libre,
destinado al retiro espiritual de un día [89], (75) pues tenia plena libertad
para dedicarme a la oración. Oh, que infinitamente bueno es Dios, nos persigue
con su bondad. Con mucha frecuencia el Señor me concede las mayores gracias
cuando yo no las espero en absoluto.
159 + Oh, Hostia Santa, Tú
estás encerrada para mi
en un cáliz de oro,
para que en la grande selva del exilio
yo camine pura, inmaculada, intacta,
y que lo haga el poder de Tu amor.
Oh, Hostia Santa, habita en mi alma,
Purísimo Amor de mi corazón;
Que Tu luz disipe las tinieblas;
Tú no niegas la gracia a un corazón humilde.
Hostia Santa, Delicia del Paraíso,
Aunque ocultas Tu belleza
y Te presentas a mí en una miga de pan
la fuerte fe desgarra este velo.
160 + El día de la cruzada
[90] que es el quinto día de cada mes, cayó en el primer viernes.
Hoy es mi día para estar de guardia delante de Jesús. En este día
mío, mi tarea es compensar al Señor por todos los insultos y faltas de respeto,
rogar para que en este día no se cometa ningún sacrilegio. En aquel día mi
espíritu estaba inflamado de un amor singular hacia la Eucaristía. Me parecía
que estaba transformada en el ardor. Cuando,
para tomar la Santa Comunión, me acerqué al sacerdote que me daba a Jesús, otra
Hostia se pego a la manga y yo no sabia cual tomar. Cuando estaba deliberando
así un momento, el sacerdote impaciente, hizo una señal con la mano para que la
tomara. Cuando tomé la Hostia que me entregaba, la otra me cayó en las manos.
El sacerdote fue al final del comulgatorio para distribuir la Santa Comunión y
yo tuve al Señor Jesús en las manos durante todo ese tiempo. Cuando el
sacerdote se acercó otra vez, le di la Hostia para que la pusiera en el cáliz, porque
en el primer momento, al haber recibido a Jesús, no pude decir que la otra
había caído solo después de haberla pasado. Cuando tenía la Hostia (76) en las
manos, sentí tanta fortaleza del amor que durante el día entero no pude comer
nada, ni recobrar el conocimiento. De la Hostia oí estas palabras: Deseaba descansar en tus manos, no
solamente en tu corazón, y de repente en aquel momento vi al Niño
Jesús. Pero al acercarse el sacerdote,
otra vez vi la Hostia.
161 Oh Maria, Virgen Inmaculada,
Puro cristal para mi
corazón,
Tú eres mi fuerza, oh ancla
poderosa,
Tú eres el escudo y la
defensa para el corazón débil.
Oh Maria, Tú eres pura e incomparable,
Virgen y Madre a la vez
Tú eres bella como el sol, sin mancha alguna,
Nada se puede comparar con la imagen de Tu alma
Tu belleza encantó el ojo del tres veces Santo,
Y bajó del cielo, abandonando el trono de la sede eterna,
Y tomó el cuerpo y la
sangre de Tu Corazón,
Durante nueve meses escondiéndose en el Corazón de la Virgen
Oh Madre, Virgen, nadie comprenderá,
Que el inmenso Dios se hace hombre,
Sólo por amor y por su insondable misericordia,
A través de Ti, oh Madre, viviremos con Él eternamente.
Oh Maria, Virgen Madre y Puerta Celestial,
A través de Ti nos ha llegado la salvación
Todas las gracias brotan para nosotros
a través de Tus manos
Y me santificara solamente un fiel seguimiento de Ti.
Oh Maria, Virgen, Azucena mas bella,
Tu corazón fue el primer tabernáculo para Jesús en la tierra,
Y por eso porque Tu humildad fue la más profunda,
Y por eso fuiste elevada por encima de los coros de los ángeles y
de los santos.
Oh Maria, dulce Madre mía,
Te entrego el alma, el cuerpo y mi pobre corazón,
Sé [tú] la custodia de mi vida,
Y especialmente en la hora de la muerte,
En el último combate.
162 (77) JMJ. Jesús, en Ti confío. Año 1937, mes I, día 1
Anotación para el control interior del alma. Examen particular –
unirme a Cristo misericordioso. Práctica:
el silencio interior, estricta observancia del silencio.
La conciencia
Enero Dios
y el alma, silencio.
Victorias -
41, caídas - 4.
Jaculatoria: Y Jesús callaba.
Febrero Dios
y el alma, silencio.
Victorias -
36, caídas - 3
Jaculatoria:
Jesús, en Ti confío.
Marzo Dios
y el alma, silencio.
Victorias -
51, caídas - 2.
Jaculatoria:
Jesús, incendia mi corazón con amor.
Abril Dios
y el alma, silencio.
Victorias -
61, caídas - 4.
Jaculatoria:
Con Dios lo puedo todo.
Mayo Dios
y el alma, silencio.
Victorias - 92, caídas - 3.
Jaculatoria:
En su Nombre está mi fuerza.
Junio Dios
y el alma, silencio.
Victorias -
64, caídas - 1
Jaculatoria:
Todo para Jesús.
Julio Dios
y el alma, silencio.
Victorias -
62, caídas - 8
Jaculatoria:
Jesús, descansa en mi corazón.
Agosto Dios
y el alma, silencio.
Victorias -
88, caídas - 7
Jaculatoria:
Jesús, Tú sabes….
Septiembre Dios
y el alma, silencio.
Victorias – 99, caídas 1
Jaculatoria: Jesús, escóndeme en Tu Corazón.
Octubre Dios
y el alma, silencio.
Victorias – 41, caídas
– 3
Jaculatoria: Maria, úneme a Jesús.
[Aquí
viene otra anotación – retiro].
Noviembre Dios
y el alma, silencio. Victorias, caídas.
Jaculatoria: Oh Jesús mío, misericordia.
Diciembre Dios
y el alma, silencio. Victorias, caídas.
Jaculatoria: Te saludo, Hostia
viviente.
163 (78) JMJ
Año 1937
Ejercicio general
+ Cuantas veces respira mi pecho, cuantas veces late mi corazón,
cuantas veces pulsa la sangre en mi cuerpo, esa cantidad por mil, es el número
de veces que deseo glorificar Tu misericordia, oh Santísima Trinidad.
+ Deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo
de Ti, oh Señor. Que este más grande
atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi
corazón al prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo
jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el
alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
Ayúdame a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en
cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y
gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que
jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de
consuelo y perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de
buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí
las tareas más difíciles y más penosas.
Ayúdame a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me
apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi
reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo
sienta todos los sufrimientos de mi prójimo.
A nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincera incluso con aquellos de los
cuales sé que abusarán de mi bondad. Y yo misma me encerrare en el
misericordiosísimo Corazón de Jesús. Soportaré mis propios sufrimientos en
silencio. Que tu misericordia, oh Señor
mío, repose dentro de mí.
+ Tú Mismo me mandas ejercitar los tres grados de la misericordia.
El primero: la obra de misericordia, de cualquier tipo que sea. El segundo: la
palabra de misericordia; si no puedo llevar a cabo una obra de misericordia,
ayudaré con mis palabras. El tercero: la oración. Si no puedo mostrar misericordia por medio de
obras o palabras, siempre puedo mostrarla por medio de la oración. Mi oración
llega hasta donde físicamente no puedo llegar.
Oh Jesús mío, transfórmame
en Ti, porque Tú puedes hacer todo.
[En este lugar hay cuatro páginas en blanco].
164 (83) + JMJ Varsovia, año 1933
La probación antes de los votos perpetuos [91]
Cuando supe que debía salir a la probación, la alegría latió en mi
corazón frente a la gracia tan inconcebible, como lo es el voto perpetuo. Fui
donde estaba el Santísimo Sacramento y cuando me sumergí en una oración de
gracias, oí en el alma estas palabras: Niña
Mía, tú eres Mi deleite, tú eres la frescura de Mi Corazón. Te concedo tantas gracias, cuantas puedes
llevar. Siempre que quieras agradarme, habla al mundo de Mi gran e insondable
misericordia.
165 Algunas semanas antes de
que me anunciaran la probación, al haber entrado yo un momento en la capilla,
Jesús me había dicho: En este momento
las Superioras están anunciando cuales de las hermanas tendrán los votos
perpetuos. No todas obtendrán esta gracia, pero son ellas mismas las que tienen
la culpa. Quien no se beneficia de las gracias pequeñas, no recibirá las
grandes. Pero a ti, niña Mía, esta gracia es concedida. Un asombro gozoso
envolvió mi alma y eso porque unos días antes una de las hermanas me había
dicho, usted hermana, no tendrá la tercera probación. Yo misma procurare que usted no sea admitida
a los votos. No había contestado a aquella hermana, pero eso fue muy
desagradable para mí, sin embargo traté de esconder mi dolor, cuanto pude.
Oh, Jesús, que admirable es Tu obrar. Ahora veo que los hombres por
si solos pueden muy poco, porque tuve la probación tal y como me había dicho
Jesús.
El exégeta del siglo XXI.
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