En la genealogía de nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios altísimo -nuestro Padre Celestial-, figuran cuatro mujeres.
Tamar (en hebreo: palmera),
en la Biblia fue
dos veces la nuera de Judá,
así como la madre de dos de sus hijos, los gemelos Farés y
Zara. El Génesis
relata el episodio de Judá,
el hijo de Jacob, con su nuera
Tamar. Judá se casó con una mujer llamada Súa, quien le dio tres hijos en este
orden: Er, Onán y Selá. Er desposó a Tamar, pero murió
sin tener heredero. Onán se casó después de su muerte con la
viuda Tamar según la Ley del
levirato. Más sabiendo que, debido a esa ley sus hijos no serían suyos, evitó
consumar su relación. La conducta de Onán motivó su muerte. Judá pidió a Tamar
que se quedara en la casa de su padre, hasta la mayoría de edad del tercer hijo,
Selá, que la desposaría. Tamar, pasando el tiempo y pensando que Judá nunca le
daría a su último hijo por esposo, se disfrazó de prostituta y tuvo relaciones
carnales con su suegro, que había quedado viudo.
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Tamar quedó embarazada. Aún
sin que Judá la reconociera, logró que le entregara su sello y su bastón como
prenda hasta que le pagara un cabrito prometido por prestarse a la relación. A
los tres meses, dijeron a Judá que Tamar estaba embarazada, por lo que ordenó
que la ajusticiasen como castigo por su adulterio. No obstante, Tamar probó
gracias al sello y el bastón de su suegro que era él quien la había embarazado.
Judá la perdonó, ya que se sentía culpable por no haberle dado a su hijo Selá.
Tamar alumbró dos gemelos: Farés y Zara. En Farés siguió la genealogía de Jesús - Mateo capítulo I y Lucas capítulo III-33-. La relación es
conflictiva por lo cual los autores subrayan
que Tamar consigue con engaño una descendencia que Judá le negaba y logra su
derecho por el perdón luego de una conducta astuta.
Rahab (es decir "larga") fue una prostituta de
Jericó que ayudó a los espías israelitas de Josué. Aparece en el Libro de
Josué, el Evangelio según San Mateo, la Epístola a los hebreos y la Epístola de
Santiago, así como en el Paraíso de La Divina Comedia del poeta Dante
Alighieri. http://es.wikipedia.org/wiki/Raab
Rut. Mujer moabita -1- con extraordinarias virtudes, viuda y sin hijos. Por su bondad
y piedad para con su suegra fue aceptada y bendecida por Dios. Ella no era
judía, su suegra Noemí si era israelita. Las dos mujeres quedan solas y sin
protección. Noemí acompañada de su nuera Rut, regresó a Belén. Al llegar a
Belén Rut y Noemí no tenían nada, por lo que Rut se puso a trabajar en el campo
de Booz. Este se casó con Rut. Así, Rut ingresa por sus propias virtudes en la
religión judía.
-1- Moabita: Los moabitas eran un pueblo que
según el Génesis estaba emparentado con los israelitas y los amonitas. Según el
Génesis, Moab fue hijo de Lot fruto de un incesto con su hija mayor -con la
menor tuvo a Ammi, ancestro de los amonitas-, después de la destrucción de
Sodoma; así el término Moab querría decir "De su padre". Esta
relación incestuosa los hacía inferiores a los israelitas. Al impedir el paso
de los judíos durante el éxodo, estos los excluyeron de la "congregación
del Señor" durante 10 generaciones. Para leer el libro de Rut: http://www.vatican.va/archive/ESL0506/__PME.HTM
Betsabé hija de Ammiel, fue la esposa de Urías el hitita y
luego una de las esposas del rey David. El segundo libro de Samuel (11:1 a
12:25) relata el adulterio de Betsabé con el rey David, el embarazo resultante
de la relación y el subsiguiente asesinato de su esposo Urías el hitita para
ocultar la culpa y la identidad del padre de la criatura que Betsabé llevaba en
su vientre. Hubo intrigas, sucesión de hechos dramáticos, guerras, etc. Del
enlace entre Betsabé y el rey David nacieron luego dos hijos de entre los que
destacó Salomón.
Reflexionemos:
Dios es todopoderoso y quiso hacerse nada, o sea humano, carne y huesos caminando con una vida mortal sujeta al sufrimiento, el dolor y la muerte. Pudo incluso en este estado poseer estatus, riqueza y ejercicio de poder. Tener una genealogía poblada de figuras imponentes, perfectas, de sangre real. ¿Y sin embargo?
Cada detalle de la vida de Jesús, no solamente lo que dijo con palabras e hizo con obras, también cada detalle mínimo y mudo de su historia, es un mensaje para nosotros y una enseñanza para ayudarnos a comprender y discernir.
Antes de juzgar a alguien asegurémonos de habernos mirado al espejo, reconocernos pecadores y tener presente quién nos salva y lo que hizo para salvarnos. Si Él tuvo que hacer lo que hizo para salvarnos, debemos haber metido la pata hasta el caracú ¿no?
Leyendo este texto, vemos cómo discierne El Señor perdonando, volcando a las almas en el abismo de Su infinita Misericordia y lavándolas de todo pecado y de toda culpa -Salmo 51, 4-.
El exégeta del siglo XXI.
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